¿Qué vamos a aprender?
El vértigo es la sensación ilusoria de movimiento. Es decir, el que lo padece siente que las cosas se mueven a su alrededor (vértigo objetivo), o que es él el que se mueve respecto al entorno (vértigo subjetivo). Además de esta sensación de movimiento, el vértigo lleva asociado la aparición de desequilibrio, nistagmo y signos vegetativos como nauseas, vómitos, sudoración y taquicardia. La persona que lo padece siente una gran inseguridad para sus actividades cotidianas, incluso miedo, siendo en este caso un problema bastante invalidante.
Causas del vértigo
Las causas que pueden provocar la aparición del vértigo incluyen problemas del oído interno (VPPB), problemas cervicales, traumatismos craneales, tumores, infecciones craneales, problemas neurológicos, trastornos visuales, síndromes como el de Meniere, etc. El origen condicionará el tratamiento del vértigo.
Diagnóstico
Las pruebas para realizar un correcto diagnóstico incluyen electroencefalograma, electronistagmografía, TAC, RMN, audiometría o angiografía. También se pueden realizar distintas maniobras como la realización de pruebas calóricas del oído, prueba de Romberg, prueba de Babinski-Weil, prueba de la silla rotativa, prueba de fijación de Barany, búsqueda de un nistagmo, prueba de Dix-Hallpike, test de Klein o de la arteria vertebral, etc.
Tratamiento del vértigo
Una vez realizado un correcto diagnóstico, proponemos los siguientes pasos para el tratamiento del vértigo:
Vértigo ocasionado por un problema del oído interno, o VPPB:
Para intentar recolocar el otolito que ocasiona el vértigo, podemos recurrir a las maniobras de Epley o de Semont. Es interesante realizar la maniobra por parte del profesional, incluso varias veces en la misma sesión si es necesario, y pedirle al paciente que la repita en su domicilio, si así se considera oportuno. Puede ser que al realizar la maniobra se reproduzcan los síntomas relacionados con el vértigo. Se debe indicar al paciente que tras la realización de la maniobra no realice movimientos bruscos de cabeza y/o tronco, y que duerma en el decúbito que no reproduzca el vértigo.
Vértigo de origen cervical:
Ante una situación de este tipo, el tratamiento de la región cervical alta es imprescindible. Si no existe contraindicación (test de la arteria vertebral positivo, malformación de Arnold Chiari, impresión basilar, Poliartritis reumática, y otras), la manipulación vertebral HVLA (high velocity low amplitude) es una maniobra muy indicada. Con ella actuaremos normalizando el nivel medular correspondiente, las articulaciones implicadas, el sistema muscular suboccipital, la vascularización intracraneal, etc.
Si existe alguna contraindicación, las técnicas de tejidos blandos pueden ser una buena alternativa: inhibición de la musculatura suboccipital, técnicas de energía muscular, articulatorias, estiramientos musculares, técnicas miofasciales, pueden también ayudar en esta región.
No debemos olvidar el resto de la región cervical
Pues su implicación en la vascularización intracraneal, tanto por el paso de la arteria vertebral como por la presencia de los ganglios laterovertebrales cervicales, les hace también importantes en la solución del vértigo. Sin olvidar la musculatura cervical en general, pues los propioceptores musculares cervicales están muy implicados en el equilibrio. De nuevo recurriremos a las técnicas mencionadas en el apartado anterior.
Vértigo por un trastorno visual:
Los trastornos oculomotores pueden repercutir en el equilibrio, y entre estos más las forias que los estrabismos, dado que en estos últimos se suele producir la supresión de una de las entradas visuales. Si existe una disfunción del sistema muscular oculomotor, se va a ver afectado el reflejo oculovestibular, pudiendo dar lugar a vértigo. El tratamiento optométrico supone la realización de ejercicios optocinéticos, o la colocación de prismas. La terapia manual puede ayudar con el tratamiento de la musculatura oculomotora, el tratamiento de los nervios craneales, o el tratamiento craneal o craneosacro. En nuestra tesis doctoral (Sevilla, 2017), aplicamos una técnica de manipulación HVLA suboccipital en individuos con foria, con un buen resultado.
Por último, proponemos la revisión y/o tratamiento de los otros captores posturales: el sistema estomatognático y los pies.
Dentro del sistema estomatognático, la parte que nos corresponde a los fisioterapeutas y osteópatas es principalmente el tratamiento de la ATM. Tanto las disfunciones de los cóndilos mandibulares como el desequilibrio tónico de la musculatura masticatoria pueden repercutir sobre el sentido del equilibrio por su relación con el hueso temporal.
Y en los trastornos del pie habrá que tratar este en caso de disfunciones articulares, desequilibrios tónicos musculares, retracciones fasciales, etc; sin perder de vista la posibilidad de actuación de un podólogo que intervenga con la colocación de plantillas, o simplemente tratando callosidades u otros problemas que puedan modificar el apoyo del pie.
Finalmente añadir que en caso de que existan signos neurológicos o infecciosos asociados, debemos remitir al paciente al médico para una exploración y diagnóstico que confirme o descarte la presencia de un vértigo de origen neurológico o infeccioso, que contraindique nuestro tratamiento.
D. Manuel Peinado Asensio
Fisioterapeuta- Osteópata DO
Profesor de la Escuela de Osteopatía de Madrid