Cooperación en Honduras, una oportunidad de cambiar tu vida

Empezamos el viaje…

El 14 de febrero del 2020 puse rumbo a una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Diez o más horas de viaje, dos escalas y un camino por recorrer lleno de aprendizaje y sabiduría.

A las 21 h llegué al aeropuerto de Tegucigalpa y ahí estaba Jorge, mi guía y mi mentor durante todo el viaje, el gran amigo que me llevo de Honduras. Con él organicé las visitas siempre según las necesidades de la población y nuestras expectativas.

Esa misma noche conocí a María, otra cooperante que ya llevaba varios días trabajando allí. En ese momento no  sabía  que se iba a convertir en una gran amiga y compañera de aventuras.

Al día siguiente a las 5 am nos levantamos para viajar a Santa Bárbara. Jorge nos llevó a conocer a su familia, una familia maravillosa, nos acogieron como si fuéramos nosotras su propia familia. Les recuerdo y les recordaré con mucho cariño, sobre todo el desayuno de Elsa y las cenas en casa de Carla. Estuvimos en una feria de café y cacao y pasamos el fin de semana en una cabaña en Zacapa, un pueblo con mujeres maravillosas como las de “La oficina de la mujer”. Esto nos sirvió para adaptarnos, y a partir de ahí comenzó mi trabajo…

Funciones que he realizado

Mis funciones allí tenían dos vertientes, por un lado una labor asistencial y por otro, una divulgativa en la prevención de la salud de la mujer.

Mis primeras charlas fueron en Santa Bárbara, en los Municipios de Concepción y Zacapa. Después de cada charla pasaba consulta a mujeres qué podían ser susceptibles de tratamiento. Llegué a ver a 18 mujeres en dos días. En Zacapa, Elsa, dueña de las cabañas nos cedió su casa y su cama para que pudiéramos tratar a los pacientes porque sólo disponíamos de una camilla en ese momento.

En Concepción, la fisioterapeuta María José y el enfermero Mainor nos enseñaron la realidad y la crudeza de la situación. Niños con distintas afectaciones neurológicas en condiciones infrahumanas sin apenas medios para tratarles. Recuerdo un detalle, María José me vio 2 electrodos de superficie y los cogió entre sus manos como si de oro se tratara. No tienen apenas agua ni papel para secarse las manos o ponerlo encima de una camilla. Ellos se costean los viajes para ir a ver a los pacientes y dedican su vida a ayudar a los demás. La diferencia con nosotros es que ellos lo hacen sin medios y además siempre con una sonrisa, lo que da más valor a lo que hacen.

Mi especialidad es ginecología y obstetricia. Durante el tiempo que estuve en estos pueblos, vi lesiones y patologías en las mujeres que sólo había visto en los libros. Tuve la oportunidad de hablar con el Alcalde de uno de los Municipios y con algún médico sobre la situación de estas mujeres,  y llegamos a la conclusión de que casi ninguna de  las pacientes  pueden tratarse porque no tiene con qué pagar los medicamentos.

Ese día María y yo volvimos a casa psicológicamente algo “tocadas”; sólo queríamos acostarnos y esperar a que pasara otro día con ansia de continuar lo que habíamos ido a hacer. Queríamos, necesitábamos dar más de nosotras mismas, todo nos parecía poco.

En ese momento Jorge, Carla y María José, decidieron llevarnos a un pequeño paraíso, una pequeña cascada escondida en aquel lugar de ensueño. Sin pensarlo, nos metimos al agua, con ropa, sonriendo, y agradecidas de poder estar viviendo esa experiencia. Jamás olvidaré la sensación del agua en nuestro cuerpo después de aquel día duro.

Desde allí viajamos a Tegucigalpa, la ciudad en la que  nos hospedamos en un hotel, todo gracias a Cooperativa Coachel. Durante un par de días pude tratar pacientes de la cooperativa, y preparé una charla para unas 100 mujeres de todas las partes de Honduras. Fue una experiencia maravillosa.

Tuve también la oportunidad de conocer a parte de equipo de Coacehl, recuerdo en especial a Fany, Esther, Jenny… un equipo formado por hombres y mujeres de un gran valor humano, luchan cada día por el bien de su país, siempre serviciales y agradecidos de lo que tienen. Cuánto tenemos que aprender de ellos.

Desde Tegucigalpa pusimos rumbo a Goascorán donde impartí una charla sobre prevención a alumnos de un instituto. Honduras es el segundo país del mundo con más mujeres adolescentes embarazadas. De allí me llevo el recuerdo de cada uno de ellos, sus abrazos al final y algún baile que nos echamos. Después pasé consulta y pude atender a unas 11 mujeres en el centro de salud.

De Goascorán fuimos a Comayagua, allí atendí a otras 19 pacientes. Las principales patologías que pude tratar fueron todas relacionadas con el dolor, dismenorrea, endometriosis, cervicalgias, lumbalgias, muchas vejigas hiperactivas. Hay mucho sedentarismo y aunque tienen buena materia prima, la alimentación no es equilibrada. Coacehl hace ferias de salud para promover esto y los fisioterapeutas que vamos colaboramos en ellas.

De nuevo volví a Tegucigalpa para realizar una última charla y consulta en “Ciudad de la mujer”, un centro especializado en tratar mujeres, muchas de ellas que han sufrido violencia de género. Reconozco que a veces se me pasó por la cabeza el decidir cambiar mi vida por completo y quedarme allí.

Después de la charla traté a 11 mujeres  y me fui con un sabor agridulce, porque la mayoría de las veces no podíamos tratar a los pacientes por falta de tiempo.

Realicé un informe de cada una de las personas que atendí y que necesitan continuidad en los tratamientos. Sería muy egoísta si no quisiera compartir esta experiencia con otros compañeros, pero sobre todo sería egoísta porque es necesario estar allí.

No quiero olvidarme de agradecer a los transportistas su trabajo, ellos nos llevaban a todos los sitios, eran nuestros guardaespaldas particulares.

Para concluir enfatizar sin duda que el trabajo que la EOM está realizando junto con la Cooperativa Coacehl es de suma importancia. Sin duda volveré en unos meses para continuar con el trabajado empezado y os animo a que probéis esta maravillosa experiencia, un regalo que te da la oportunidad de valorar tu vida desde otro punto de vista.

 

Autora: Laura Calzado

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